Esta noche la suerte nos sonríe. Ni ratones ni vientos nos interrumpen el descanso. Dormimos de lujo y recuperamos fuerzas para encarar la última etapa de la Pirinexus.

Para hoy tenemos solo 30 kilómetros mayoritariamente llanos antes de llegar a destino y origen, Girona.

El camino transcurre de nuevo por la ruta del Carrilet y, como buena vía verde, tiene un firme agradable siempre marcado con señales. Nos cruzamos con infinidad de catalanes haciendo cosas y llegamos, sin ningún problema técnico, según lo previsto al centro de la ciudad. Incluso, de forma insólita, algo antes de lo esperado.

Resulta increíble volver a ver las mismas calles por las que hace días pedaleábamos sin dolores por el sillín ni picaduras de mosquitos (que ya es mucho decir). Han sido algo más de 400km con momentos de apretar los dientes y otros para disfrutar del viaje, de los paisajes y del binomio distancia-tiempo.

De este viaje sacamos mucho aprendizaje personal y logístico para encarar futuras aventuras que ya están en el horno.

De momento, las de la foto se merecen un descanso y una paradita técnica para volver a estar como nuevas, pero que tampoco se relajen mucho. En cuanto podamos volveremos a cargar las alforjas para seguir siendo unas tupris por el mundo.