Cuba 4: nuestro primer cayo

El primer desayuno en Santiago en el patio de casa Glenda nos da fuerzas para un día «tan duro» por venir. Hoy toca la primera excursión a un cayo, que curiosamente es lo contrario al tópico de cayo: este era un pueblo pescador en una colina que se tarda 15 minutos en rodear.

Durante la bajada al puerto hemos hecho muchos amigos locales, unos que nos querían vender cosas, otros que nos las pedían y pocos que simplemente nos daban conversación desinteresada, como Nosequé Michael, un loco por el reggae, Bo Maily y Jehová.

Después de un paseo por toda la bahía de Santiago, llegamos a Cayo Granma, a una hora de la ciudad en ferry. Por el camino, hemos visto la refinería de petróleo venezolana, la máquinas chinas del puerto y las huellas del huracán Sandy.

Aquí pudimos probar la famosa langosta grillé, con arroz y plátano frito, una famosa delicia cubana con un paisaje del que no nos podemos quejar.

A la vuelta en la ciudad, hemos visto que la fiebre por el clásico Madrid-Barça traspasa fronteras. De hecho, cuando decimos que somos españolas, lo siguiente que escuchamos es «merengue o culé?». Parece que en Cuba los aficionados al Barça son más numerosos, aunque hemos conocido al socio n°752 de la peña madridista de La Habana.

No sabemos el resultado del partido (ni nos importa), pero el único clásico que nos interesa es el Mojito-Daiquiri que se juega cada noche.

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