Cuba 16: El Nicho y compañía

Hoy por fin hemos llegado con éxito al Parque de El Nicho, gracias a Denis y su taxi colectivo, que nos han llevado con su conocimiento de la ruta y las carreteras. Aunque la carreteras no eran nada del otro jueves, estaban todas asfaltadas y con el Jeepesito podríamos haber llegado muy bien, la clave era elegir correctamente desde qué parte de la sierra llegar a la entrada.

En el taxi, venían también Mauro y Denisse, dos brasileños que salían de su país por primera vez y con quien compartimos los baches, las cuestas y una conversación muy interesante sobre los cambios actuales en Brasil con el gobierno de Bolsonaro y el auge de la ultraderecha en la política mundial.

Tras una hora de camino charlando sobre Brasil, España y Cuba, llegamos por fin al sendero del Nicho, un paseo que nos recuerda al Salto del Rocío de ayer, pero esta vez mucho más lleno de turistas. En esta ruta había tres pozas de agua fresca fresca que tampoco se han librado de nuestro chapuzón.

Después de la ruta, nos hemos podido tomar un mojito con nuestros compañeros brasileños antes de volver a Cienfuegos, y hemos quedado para continuar de mojitos «a las ocho en la estatua»: una forma de encontrarnos que, como millenials sin internet que somos, nos pondrá a prueba seguro.

Por la tarde, hemos reservado nuestra excursión de buceo para mañana, la última oportunidad que tenemos de hacerlo antes de marchar. Por eso, ampliamos también nuestra estancia en Cienfuegos hasta el miércoles para poder aprovechar bien nuestros últimos días de coche propio. Este cambio de planes hace que Varadero, una de las paradas pendientes para el miércoles, vaya perdiendo fuerza y se empiece a tambalear en nuestro horizonte. Aunque no creemos que los resorts nos echen mucho de menos si finalmente decidimos no ir.

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