Bosques del Sur 8: Pozo Alcón – Gorafe

El último día de un viaje siempre lo pedaleamos con un sabor agridulce: por una parte estamos muy satisfechas de haber recorrido tantos kilómetros, pero por otro sabemos que cada pedalada nos acerca más al final. Durante estos días, hemos visto tantos paisajes diferentes que necesitaremos varios días para digerir el viaje y para asimilar lo aprendido.

Nos despedimos en Pozo Alcón de un dueño de hotel parco en palabras y montamos las bicis bajo la atenta mirada de un señor que alucina cuando le decimos qué hemos hecho y hasta dónde hemos llegado. Después de un par de vueltas por la calle principal, salimos del pueblo por el campo de olivos que nos recibía hace una semana. A esa hora, la mañana se siente fresca, pero poco a poco vamos cogiendo temperatura. Ya no se nota tanta humedad como en la Sierra y es más fácil elegir las capas de ropa.

Una recta infinita en medio de plantaciones y con algo de viento de cara (por supuesto) nos despiden de la provincia de Jaén para entrar en Granada. La ruta de hoy va a ser de carretera para ahorrarnos el paso por el desierto: si podemos evitar pasar la tarde en el parque megalítico, las posibilidades de meternos en un fregao el último día se minimizan.

Ponemos rumbo al pantano del Negratín por una carretera cuesta abajo. Nos encontramos con un oasis de agua azul intenso haciendo un contraste precioso con las formaciones rocosas de badlands. Con este trazado, estamos rodeando el desierto en vez de cruzarlo, aunque si hace dos días estábamos comentando cómo se nota que la intensidad del Sol va bajando, ahora mismo nos merendamos nuestras palabras, pues está aumentando de intensidad durante la mañana.

Embadurnadas en crema solar, cogemos un desvío de la carretera principal y llegamos por una secundaria a Olivar-Bácor, donde sudamos la gota gorda con el sol de cara y una cuesta arriba que no acaba nunca. Más de 10km hacemos lentamente rodeadas de barro solidificado (que parece aquello un horno refractario) sin sombras a la vista. Nos anima un señor del pueblo cuando nos ve con las bicis cargadas. Que ya queda poco, dice. Y agradeciéndole sus palabras, seguimos lenta pero constantemente.

La subida potente acaba, por pura casualidad, en la sombra de unos pinos, y allí que nos quedamos a comer algo, a descansar un rato y a echarnos más crema para seguir aguantando la solana. Afortunadamente, abandonamos el barro refractario y nos acompañan algunos pinos que van dando un poco de sombra en nuestro lado de la carretera.

En un momento dado, decidimos hacer un cambio en la ruta, que nos está empezando a cansar tanta carretera y Google Maps ha decidido que hay un camino asequible y con el que podemos acortar un poco nuestra idea original. Decidimos jugárnosla, ya que no somos mucho de seguir Google Maps con la bici, y cogemos (por fin) una pista de grava en bastante buen estado. Eso sí, abandonar el asfalto tiene un precio: un fuerte viento de cara nos va a acompañar hasta que lleguemos a Gorafe dentro de 20km.

La pista está custodiada por arbolitos que parece que dan almendrucos y todo es amarillo. Con el viento que hay, se levantan un poco de arena que le da a todo cierta indefinición, como de calima rara. Cuando llegamos a un cruce, ponemos rumbo a Los Balcones, un pueblo casi abandonado en el que todo se ha convertido en parte de la arena. Hacemos pausa para comer y seguimos.

El perfil de hoy es bastante favorable y con algún repecho, y a menos de 100m para coger la carretera que conecta con la entrada a Gorafe… Psssssss Carmen se para y contempla el panorama: la rueda delantera está pinchada. Por supuesto. Una reparación rápida después, llegamos a Gorafe luchando contra el viento en la bajada y listas para ponerle el broche de oro a este viaje.

Según subimos al bar El Mirador para tomar algo frío, siete ciclistas de montaña que están en la entrada del sitio se acercan a nosotras y nos preguntan con entusiasmo quiénes somos, de dónde venimos y cuándo empezamos el viaje. un Comité de recibimiento increíble. Ellos habían estado de ruta circular por el desierto y se quedaron con la copla del GR-247 por los Bosques del Sur.

Durante estos días hemos recorrido 364km por la provincia de Jaén y Granada y hemos acumulado 7.000m de desnivel positivo en nuestras piernas. Creemos que ha sido quizá el viaje más bonito que hemos hecho por España. Es increíble cómo cada zona te puede dar cosas tan diferentes y cómo se pueden relativizar algunos esfuerzos o malos ratos, si lo que encuentras arriba merece la pena. Es interesante pensar que a veces las cosas no cuestan en función de lo que te exigen, sino en función de lo que te aportan.

Terminamos con estos Bosques del Sur los viajes que teníamos planificados para este 2022. Ahora sólo queda asimilar todo lo adquirido, mientras vamos poniendo el ojo en futuras aventuras.

Deja un comentario