Bosques del Sur 3: Cazorla – Refugio la Tiná del Serval

Despertamos en una Cazorla muy activa, llena de vida y tráfico, muy de lunes. Hoy nos espera un día tirando a duro por el desnivel y por el tiempo. Dan lluvias a partir de mediodía en toda la zona y durante la ruta vamos a entrar de lleno en la Sierra de Cazorla. Tenemos por delante 32 km con unos 1100 metros de desnivel, prácticamente toda la jornada será de subida.

Empezamos saliendo de Cazorla por unas calles empinadas que casi no suben ni los vehículos motorizados, así que empujamos la bici en lo que será la primera de muchas veces durante el día de hoy. Salimos por fin del pueblo y nos dirigimos a Burunchel, a unos 7km subiendo el primer puerto del día por carretera. Aprovechamos que este va a ser el último pueblo que veamos hoy para acumular algo extra de agua.

Un poco más cargadas de lo habitual, nos ponemos a subir poco a poco el segundo puerto, que nos llevará de nuevo al GR-247. Nos encontramos con dos ciclistas madrileños con los que compartimos experiencias y charlas de viajes durante un rato de subida. Están inspeccionando la zona para hacer la misma ruta que hacemos nosotras. Ya al final de este puerto, nos despedimos de ellos y nos desviamos hacia el camino de tierra del GR.

En este punto llevamos ya unos 12km y algo más de 300 metros del desnivel de hoy, todo cuenta. Según cogemos el camino de tierra, vamos viendo como la niebla nos abraza y no vemos más allá de 5 metros por delante de nosotras. La pista está bastante bien y, aunque hay agua de la niebla en el ambiente, no hace frío y apetece bastante pedalear.

Es una pena que esté nublado, porque cuando se deja ver, este paraje es impresionante. Sierra por un lado, Sierra por el otro y Sierra en la que estamos metidas. El perfil general empieza bien, aunque algún repecho nos obliga a bajar de la bici y empujar. En menos de 500m vemos tres ciervos que dedican unos segundos a mirarnos antes de desaparecer en la niebla. Continuamos nuestro camino a través de piñas y piedras.

Van avanzando las horas y la niebla se va levantando, eso significa que la lluvia está lista para caer. Durante la última parte de la mañana, el cielo que vamos dejando detrás se vuelve completamente negro, y algún trueno se oye medio cerca (¿o eran nuestras tripas pidiendonos la pausa para la barrita?).

hacemos un alto en el camino aprovechando que tenemos que abrir un paso para ganado y ya van cayendo las primeras gotas. Nos damos prisa para comer algo mientras un rebaño de ovejas nos miran pensando «la que les va a caer a estas dos… «. El sube y baja del camino bordeando la montaña nos regala momentos como espejismos, como si fueran un sueño.

Cuando por fin llegamos a un altiplano con cobertura, una luz recorre el cielo hacia la ladera de en frente. Un segundo y medio después, una explosión hace eco por toda la Sierra y mientras rebota el sonido en todas las paredes de roca, la piel se nos pone de gallina durante unos segundos que parecen eternos. En ese momento se pone a llover en serio. Nos enfundamos el chubasquero y seguimos avanzando. Nos quedan «sólo» 11km para llegar al refugio.

Según recorremos camino, el terreno es cada vez más y más pedregoso, muchas piedras sueltas, cada vez más grandes y que con la lluvia están resbaladizas. En un momento dado, llegamos a unos 2km se subida que son más bien de escalada, únicamente pueden hacerse andando, así que nos toca empujar las bicis cargadas bajo la lluvia escalando piedras y rocas. No tardamos mucho en calarnos, no hay ropa que evite esta cantidad de lluvia tan constante. No queda otra opción que asumirlo y avanzar. La única salida es hacia adelante, como en la vida.

Tardamos un tiempo indefinido entre 1 minuto e infinito en acabar este tramo que se hace interminable. Forma parte de esos ratos que, cuando viajas en bici, te hace pensar por qué estás aquí y todo se reduce a la mínima esencia. Lo largos que se pueden hacer 11km… Las manos se nos van quedando heladas y ni las sentimos y los pies ya los damos por perdidos, pero salimos de este terreno y por fin damos de nuevo con el tramo cicable del GR.

Seguimos intentando ir rápidas para llegar cuanto antes al refugio. Al llegar al altiplano, vemos una señal indicando que quedan 8km para llegar, el tipo de tierra cambia a partir de ese punto y el barro ahora es del que se pega a las ruedas gustosamente. Palo en mano vamos limpiando como podemos para pasarlo lo antes posible. Sólo nos queda cruzar las estalagtitas que tenemos por dedos para que este tramo sea corto. Por suerte, lo es aunque se ha hecho eterno. En este sitio ya daba igual la ropa: todo estaba mojado y pararte o no pararte a, por ejemplo, beber agua, daba absolutamente igual: ya no quedaba nada por mojar.

Salimos relativamente airosas y empieza ahora zona de tierra humeda con piedras y piñas mojadas. Aunque cuesta pedalear, se puede, que es lo importante. Quedan 6km para el refugio. No llega nunca. A partir de aquí parece que empieza a llover menos, la tierra vuelve a cambiar y las ruedas se van limpiando en los charcos y el cielo se va despejando. Algunos rayos de sol nos van devolviendo los colores otoñales de los árboles y el ánimo a estas dos.

Cuando derepente deja de llover, miramos cuanto nos falta. 1,5km. Ya está hecho. 10 km de lluvia, barro, frío y empuje de bici superados. Son las 17, dos horas y media para 10km, no está mal. Ya sin lluvia el ánimo nos cambia por completo, y gran parte de la culpa la tiene que por fin podemos ver el paisaje que nos rodea. Una maravilla.

Al rato llegamos al refugio y vemos que sale humo de la chimenea. ¿Significa eso que alguien tiene fuego encendido en la hoguera? Correcto. Nos encontramos a dos chicos que están pasando aquí un par de semanas «encontrándose a sí mismos» por recientes eventos traumáticos en sus vidas. Son de la zona, así que se conocen el monte, recogen leña por las mañanas y charlan de sus cosas. Hablamos de todo y de nada durante la tarde mientras vamos secando nuestra ropa empapada en su fuego, y hasta nos ponen una cuerda para que podamos dejar la ropa tendida al lado de la hoguera durante la noche. Como dice el Jose «mejor oler a chasca que la escarcha».

Nos metemos en los sacos con balance positivo a pesar de la sufrida mañana: estamos secas y animadas por el día de mañana. Mañana habrá que bajar todo lo que hemos subido hoy… ¿no?

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